
Hola. ¡Tenía mcuhísimo tiempo sin escribir acá... Porque bueno, he estado mut ocupada viviendo, o intentándolo. Quiero decir, algunos creemos que vivimos, cuando en realidad lo que hacemos es "sufrir la vida". Y creo que yo renuncié a sufrirla. Ok, no soy una sabia, sana y alegre persona, pero digamos que he madurado, y soy consciente que en el mundo estamos de ratico, y no, que flojera hacer eso un calvario.
Ahorita estudio. Me falta muchísimo por terminar, pero ahí voy. Las cosas con mi familia están bien. Las cosas con mis amigas; bien. He ampliado mi círculo social. Las cosas con los chicos: Mmmmm.... Bueno, este 14/02 la pasaré sola, otra vez. Habrá otros post donde hable de esto. Y las cosas conmigo, van bien, supongo. Es una guerra diaria. Hay batallas que gano, hay otras que pierdo.
Pero no importa si gano 2 y pierdo 4. Las que gano son las más grandes, y esas victorias valen la pena cada esfuerzo. Estoy mejor. Y porque estoy mejor, me gusta (?) releer los diarios que tenía, porque me recuerdan lo mal que estaba, lo infeliz que era. Y eso, de una forma u otra me da fuerzas, y reafirma mi convicción de no volver, de luchar, de seguir levantándome si caigo, de JAMÁS rendirme.
Chicas, vale la pena intentarlo. Vale la pena dejarlo, decir BASTA al maltrato, a la guerra contra nosotras mismas.
Un beso, las quiero mucho.
10/03/10
De verdad que esto es estúpido. No puedo estar putos 5 minutos sin pensar en la maldita comida. Hace una hora que desayuné, tal vez menos, y ya estoy pensando en la merienda que me auto impuse. Es ridículo, es asqueroso, y enfermizo. Quiero decir, ¿Quién piensa tanto en la comida, por Dios? ¡Ni los obesos! Pero claro, supongo que el hecho que me la niegue a veces basta como para que sea objeto de una fijación que roza lo repulsivo.
La merienda es a las 9am, y son las 7:30. Y yo estoy pensando en ella. En como el sabor dulce del azúcar de dieta se va deslizar garganta abajo y va a llenar un cuarto de mi estómago ulceroso. Me da asco pensar en lo mucho que como y en lo poco inteligente que soy. Quiero decir, si fuera inteligente, dejaría de comer. Quiero ser flaca, y es lo más lógico; la solución más obvia –y suicida-. Pero no. No yo. Yo tengo que negarme la comida, comer poco por tres días, luego atracarme y vomitar 5 veces en un día, comer mucha azúcar y vomitar, comer mucha harina cruda y vomitar, comer cualquier estupidez y vomitar. O simplemente comer y no vomitar. ¿Por qué? Porque soy bulímica. Y si soy bulímica es por algo… Algo falla en mí que no me deja no-comer como quiero. Y no es fuerza de voluntad… Porque si fuese por eso, no existieran chicas como yo.
Porque es así: la bulimia es el descontrol, el rendimiento ante los impulsos, cual animal. Se me antoja la bulimia asquerosa. Mala. Igual, nunca le vi linda cara como se la vi a la anorexia cuando me pude revolcar en su charco –que así de retorcida estoy que tengo los riñones de decir que le vi la cara linda a una enfermedad-. Porque dejar de comer te hace sentir fuerte, sobrehumana, en control, como si no tuvieses necesidades estúpidas que te hacen detenerte para satisfacerlas.
No señor, tú no. Porque tú no comes como la gente normal. Con 300 calorías está bien para poder caminar y pensar lo necesario.
Porque tu no pierdes tiempo en el comedor de la universidad, así no es de extrañar las calificaciones, y que llegues a tu casa durmiéndote.
-¿Es que no comes?- te preguntan.
-No me gusta la comida de aquí- mientes. Y si, mientes, porque con el hambre que llevas, hasta periódico guisado sabría bien.
No vas al baño en una semana entera, porque tú no comes. Tampoco sales al cine con tus amigas, porque ellas comen y se supone que tú no. Ni vas a casa de tu tía al mediodía porque ella te va a hacer comer.
Tener hambre y poder aguantarla, dominarla y someterla hasta el punto más oscuro de tu mente es algo que te hace sentir fuerte, y eufórica. Tienes hambre, pero la ignoras. Porque tú no comes, porque eres fuerte y no hay nada en el mundo que quieras más que ser flaca.
Pero la bulimia ni por asomo es así. Para mí es el remedio de la enfermedad. Y para mí, la enfermedad es comer compulsivamente. La enfermedad no es vomitar. Vomitar es el acto de contrición. Porque mierda, yo nunca quise rebajar vomitando, esa no era mi idea. Mi idea era no comer y ser flaca. Pero me pudo más el comer compulsivamente, y de algún modo tuve que redimirme ante semejante atrocidad.
Quizás la anorexia fue sólo un velo que tuvo el verdadero monstruo. El verdadero monstruo estaba abajo, y no lo vi venir.
Y es idiota, porque pensé que podía controlarlo desde el primer día que me salté una comida y le mentí a mis padres. Pero no, no se puede.
Por eso me hincha ahora las pelotas que me digan princesa. Porque no soy ninguna princesa, nunca lo fui. Más bien soy la sirvienta, la esclava de mis propios impulsos autodestructivos.
Como dije, es estúpido.
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22/05/2010
Estoy escribiendo esto cuando debería estar estudiando. Pero soy así: da la casualidad que cuando tengo más que estudiar, me pongo creativa y me provoca pintar, escribir poemas, hacer historias…
Escenas de Bulimia, parte I.
Escena 1.
Casa de una tía, 7 pm.
Primero, camino a su casa, paso por la panadería o el súper, y en el bus me como todo con un refresco. Y no compro pocas cosas. Tomo el tiempo a partir del último bocado (no pueden pasar 30 minutos antes de vomitar todo).
Llego a su casa, saludo, hablo cronometrando el tiempo, de tal modo que no pasen los 30 minutos. Pido permiso para ir al baño, y vomito todo. No duro ahí más de 15 minutos y dejo todo limpio y reluciente. Hace años no hago ruido de arcadas o toses y me maquillo un poco antes de salir de nuevo, mientras que mis ojos recuperan su natural color blanco. Salgo como si nada, incluso tengo el descaro de hacer como si me estoy abrochando el pantalón.
Me tomo dos vasos de agua, ayudo a preparar la cena. Cenamos todos, me río, hablo, como normal, me disuaden a coma más, y lo hago gustosa y asqueada al mismo tiempo. Ignoro la voz en mi cabeza que me llama “Cerda, vaca, asquerosa, GORDA IMUNDA” Y le hago caso a la otra voz que me dice que coma todo lo quiera, porque al final podré meterme los dedos y echarlo todo afuera. Terminamos de comer, yo siempre de última porque mastico todo muy bien y tomo mucha agua entre bocados. Ayudo a acomodar la mesa y a lavar los trastes, y luego pido permiso para ir al baño y bañarme. Vomito todo, me baño y salgo sonriendo, con la garganta ardiéndome y el estómago vacío.
Escena 2.
Universidad, 12 am.
No hay comedor porque se ha ido la electricidad, y mis compañeros se ponen de acuerdo para ir a almorzar a McDonald’s. Yo digo que me quedo en la biblioteca a estudiar, pero me disuaden, y al final acepto. De nuevo, la voz de la mujer enfermizamente delgada me grita al oído lo poca cosa que soy por aceptar, una vez más, comer.
Llegamos, el tipo del mostrador –que sonríe y yo no sé por qué- me dice que no hay ensalada. Echo todo a la mierda y pido una ¼ de libra con queso. Cuando estamos sentados, le quito la carne y se la doy a mi amiga de al lado. Pongo las papitas del otro lado de la cajita de la hamburguesa y les echo Ketchup. Me como una por una, y pido perdón a mi cuerpo por la atrocidad que estoy haciendo. Perdón por comer, perdón porque voy a engordar. Tomo agua entre bocado mientras miro con algo que ralla entre la envidia y el asco a mi compañera la gorda comer con tanto gusto. Cuando todos ya han terminado, yo apenas voy comenzando mi hamburguesa. Pido un helado de arequipe antes de irme.
De regreso a la universidad, comparto mi helado con mi compañera la gorda y no entiendo como se ha permitido llegar hasta ese punto. Luego me entero que tiene novio. Ella, que pesa unos 30 kilos más que yo es capaz de permitirse tener novio y yo no. No lo digo de forma despectiva, ojo. Sólo que me sorprende que yo sea tan insegura que no permita que nadie que me quiera se me acerque por miedo a que repudien mi figura. Yo, que ni sobrepeso tengo.
Compro un chocolate grande en la universidad y me lo como en clases de embriología. 5 minutos después, voy al baño del segundo piso, me meto en el retrete, me agarro el cabello, abro la tapa del WC con el pie, paso una toalla húmeda por el borde, me humedezco la mano derecha y procedo a vomitar todo.
Salgo con el corazón a millón, rogando que nadie entre, me lavo la cara, las manos, me echo crema perfumada, me maquillo y entro como si nada a clases.
Es la primera vez que vomito en la universidad.
Escena 3.
Universidad, 2 pm.
Le digo al chico que me gusta (al que he empezado a tratar recientemente) para irnos juntos hasta nuestras respectivas casas, porque agarramos el mismo bus. Él me dice que ok, pero que lo espere un momento en la biblioteca porque tiene que hablar con unos compañeros acerca de un seminario. Entro con él a la biblioteca y lo espero. Pasan 10, 20, 30 minutos… Y nada. No le veo por ahí; se ha ido y no me ha dicho nada.
Molesta, dolida, y odiándome, salgo con ganas de llorar de la biblioteca. Digo, ¿Tan desagradable soy que ni siquiera puede decirme que se va solo? ¿Tan abominable soy que es insoportable estar cerca de mi? ¿Por qué siempre me quedo conmigo misma entre mis manos tendidas, esperando a que quien me guste se tome el decoro de al menos echarle un vistazo a lo que le ofrezco, antes de rechazarlo? ODIO ESO. Odio eso, me odio a mí. ¿Por qué no nací bonita, o muy inteligente, o al menos siendo conforme con quien soy?
De camino a la parada del bus, echo unas lágrimas. Me las limpio con rabia; por tonta, por idiota. Me veo en los espejos de un edificio, y me da asco. Asco y vergüenza. No entiendo por qué los carros me pitan al pasar a mi lado, o porqué los hombres dentro de estos me gritan piropos, si lo que doy es asco. Nadie me va a querer, nadie me va a aceptar. Soy gorda, doy asco y soy insoportable.
Tomo el bus, me bajo en la farmacia y agarro unas galletas de chocolate, un chocolate grande, unos Doritos, un refresco. No pasa la tarjeta de débito (cosa que no entiendo porque me depositaron hace nada). Me voy de ahí y cojo otro autobús hasta mi residencia deseando sentir algo dulce bajar por mi garganta, o al menos tener un novio al que no le de asco tocarme o besarme… O al menos alguien que me abrace, y me diga que soy bonita y que no doy ganas de vomitar.
Me bajo una parada después de mi residencia y entro en el supermercado. Agarro unas galletas oreo, unos platanitos fritos, y un refresco. Al llegar a mi habitación me lo como todo mientras leo una novela, y antes de los 30 minutos lo vomito todo en una bolsa porque no hay agua en las tuberías. Lloro un poco más, me siento sola y horrible. Me quedo dormida.
Escena 4
Casa de mi tía C, 1 pm.
Acabamos de almorzar, y ellos, los viejitos, se van a dormir. Porque según ella, ya cuando estás tan viejo, el cuerpo necesita descansar más. Y por eso, desde la 1 pm que es a la hora en que se acuestan, hasta las 4 más o menos, me quedo yo sola en la casa. Sola, porque ellos no bajan más sino hasta que se despiertan. Y para más horror, el cuarto donde yo me quedo ahí queda a cinco pasos de la cocina. ¿Ya sabes lo que pasa luego? Si, claro, mi amiga Mía entra recién subido el telón.
Y no, no le importa que esa casa no sea suya. No, tampoco le importa que la comida no sea suya, ni las galletas de chocolate, ni las de miel, ni el pan, ni el azúcar, ni la leche. A ella no, pero a mí si. Y me siento luego como una cochina ladrona, saqueando la despensa de dos ancianos. Ellos no se imaginan que la niña dulce, estudiosa y colaboradora que dejan dormir en su casa es un monstruo de la comida. No se imagina mi pobre tía C que vomito las comidas que con tanto cariño me prepara, o que le miento cuando no quiero comer diciéndole que ya lo hice en la universidad, o que los ojos hinchados no son por el trasnocho; sino por las lágrimas propias del esfuerzo al arrojar… Ni que mientras ellos sueñan plácidamente, yo vomito hasta el alma en el baño de su casa.
Es asqueroso, vergonzoso, abominable –como toda yo-. Y sin embargo… No puedo dejar de ir. No puedo dejar de ir a comer, exactamente. Se que ellos siempre me recibirán con toda la confianza del mundo, con los brazos abiertos. Y sé que siempre me dejarán durmiendo en el cuarto de abajo, ese que queda a cinco pasos de la cocina.